8 de agosto de 2013

Au revoir.

Queridos lectores, ruego que me disculpen. He estado desparecida y sin dar explicaciones. Lo lamento muchísimo. Han surgido graves complicaciones en mi vida y en mi salud que impiden que sea capaz de mantener un blog en este momento. Mis más sinceras disculpas. Espero que nos volvamos a encontrar, aunque sea en un futuro. Mis sueños no mueren y seguiré luchando.
Gracias por todo,
Sara.

24 de enero de 2013

Cap. 2 Comienza el juego.


No me podía creer que tuviera que dejar a mis amigos para ir a ese estúpido otro instituto de desconocidos seguro prejuiciosos. No me apetecía en absoluto tener que entrar a un edificio lleno de adolescentes hipócritas alterados hormonalmente que me mirarían por encima del hombro y comenzarían a hablar en voz baja sobre “la chica nueva”.  Mi madre ya había hablado con los coordinadores de estudios de ambos institutos y mañana comenzaba las clases. Esto no iba a ser fácil.

Me levanté con optimismo esa misma mañana. Solía pensar que el optimismo era una de mis mejores cualidades. Sobre todo, porque me habían ocurrido demasiadas cosas que quizás me daban más motivos para ser negativa y pesimista. Sin embargo, había aprendido a ver el lado bueno de las cosas y a sentirme afortunada por las pequeñas cosas que conseguían hacerme feliz cada día. Aquello no significaba que no tuviera momentos críticos en los que solo tuviera ganas de llorar o de sentirme furiosa con el mundo - supongo que ese último era el que me había llevado a esta situación-. Pero, ¡qué diablos! Ya que iba a empezar algo que no me gustaba, qué menos que empezarlo con una sonrisa.
Salté de la cama, me puse los auriculares con Sleeping With Sirens e intenté no hundirme en mi primer día de clases. Me propuse tomarme con humor que minutos después llegara tarde y perdiera el bus. Tuve que caminar a pie hasta el instituto y una vez allí me encontré con un gran revuelo de gente entrando en el edificio y otros muchos charlando en el aparcamiento.
Respiré profundamente y caminé a través de las puertas. El revuelo de fuera no era nada comparado con el de dentro. Decenas de estudiantes caminaban por los pasillos en diferentes direcciones sin prestarse demasiada atención los unos a los otros. Habían chicas riendo en grupitos apoyadas en sus taquillas, chicos hablando mientras bromeaban y gente que se limitaba a caminar mirando al suelo. No obstante, conforme comenzaba a caminar hacia secretaría por el pasillo firmemente con mis botines de cuña, miradas y miradas se iban posando sobre mí. Comenzaron los murmullos.
«Empieza el show».
No bajé la cabeza ni un solo momento y caminé erguida hasta llegar a la ventanita que decía “secretaría”.

-          Buenos días.

Una mujer delgada y pálida, con gafas de montura sobre la nariz, alzó la cabeza.

-          Soy Sara Suárez, la nueva alumna. Vengo a recoger mi horario.

-          Ah, sí. Me han avisado de tu llegada. Dame un segundo…

La menuda mujer comenzó a rebuscar entre unos papeles mientras yo eché un vistazo a mi alrededor. Había un par de chavales detrás de mí, haciendo cola, que me observaban con curiosidad. Era divertido ver como cada persona que pasaba por el ancho pasillo desviaba su mirada hacia “la nueva”. 

-          Aquí tienes tu horario, el plano del instituto y tu llave de la taquilla – dijo la señora mientras me señalaba dónde estaba en el plano.

-          Gracias – esbocé una sonrisa.

Me disponía a darme la vuelta y marcharme cuando la secretaria me llamó.

-          ¡Espera! El coordinador quiere hablar contigo al acabar las clases. El despacho de coordinación está junto a dirección, lo tienes en el plano.

-          Vale, muchas gracias.

Ahora sí, moví mis pies enfundados en aquellos tacones que esperaba que me dieran la seguridad que a menudo me faltaba. No solía usarlos, aunque no fueran demasiado altos, porque mi altura ya era suficiente por sí misma. Pero ya que iba a destacar, esperaba destacar con estilo. No me gustaba mostrar mis inseguridades.
Eché un vistazo al mapa para visualizar el camino a mi casillero y no tener que ir caminando por los pasillos mirándolo como uno de esos turistas tan graciosos con chanclas y calcetines perdidos por el centro de la ciudad. Pasé delante de mucha gente y notaba miradas clavadas en mi espalda. Visualicé a un grupo de chicos con cazadoras de fútbol americano que soltaron algún aborrecible comentario a los que yo misma me prohibí mirar. A pesar de mi pésima orientación, conseguí llegar relativamente pronto sin que nadie me parara por el camino. Cuando la abrí sonó el timbre que anunciaba el inicio de la primera clase.
«Mierda». Y ni siquiera había mirado aún cuál era mi primera clase ni dónde se encontraba. A toda prisa guardé algunas libretas en la taquilla, la cerré y salí corriendo entre la gran multitud alborotada. Casi todo el mundo había entrado ya a su clase cuando yo continuaba en su búsqueda. No sé de dónde apareció, pero una chica de piel mulata, nariz ancha y pelo negro repleto de cientos de trencitas puso su mano en mi hombro y me miró fijamente.

14 de noviembre de 2012

Capítulo 1 ~ Todo lo que conozco.


-          ¿Otra vez, Sara?

El ceño fruncido del director de mi instituto cernía inevitablemente sobre mí mientras mi mirada bailaba de la mancha indefinida de su camisa a su frondoso bigote.

-          No podía quedarme de brazos cruzados mientras esa incompetente… - intenté defenderme hasta que me vi interrumpida.

-          ¡Es la cuarta vez en lo que va de mes!

-          Hoy es 30. No es para tanto.

Los labios apretados de aquel señor calvo como el desierto de Arizona y su mirada directa y gélida hicieron alarde del poco aprecio que le tenía a mis comentarios sarcásticos.

-          Lo siento. No he podido evitarlo. No era justo.

Y era cierto, no era justo. En cuanto vi a mi profesora de inglés reírse de aquel chico tímido y callado de última fila no pude contener la ira. Aquella odiosa arpía que llenaba su vacío interior y su falta de amor propio metiéndose con los más débiles... No era la primera vez que tenía problemas con ella. Ya lo creo que no. Bueno, últimamente había tenido muchos problemas con muchas personas.

-          Podrías dejar de ir de heroína y centrarte en tus propios estudios.

-          Vamos, Manuel… ¿Estás insinuando que me quede callada mirando el libro mientras esa estúpida se aprovecha de su poder? – inquirí indignada.

-          Solo te digo que tienes tantas amonestaciones que con ellas Lady Gaga podría hacerse un vestido. ¡Un vestido largo de noche y con cola! Estabas avisada y no me queda más remedio.

-          No, no…

-          Lo siento, Sara. Tengo que expulsarte. Y esta vez no es temporal.